Yoshii se muda de casa con su mujer y sus hijos, Ryoichi y Keiji, para vivir cerca del director de la compañía donde trabaja. Una vez allí, sus hijos son marginados y perseguidos por los otros niños del vecindario, hasta que finalmente consiguen hacerse con el mando de la pandilla. A pesar de que, por aquel entonces, el cine sonoro ya había superado al cine silente en cuanto a volumen de producción y demanda comercial, cineastas como Yasujirô Ozu todavía se mantenían fieles a su declarada pasión por el cine mudo. “He nacido, pero…” es un delicioso film con muchos apuntes autobiográficos del cineasta. Casi treinta años más tarde, Ozu actualizaría su propia película mediante “Buenos días” (1959), una nueva versión hablada y en color.